19 de octubre de 2010

Él

Habían pasado seis meses desde su salida de la Universidad. En seis cortos meses habían pasado muchas cosas hermosas y terribles en su vida, pero en términos generales, su vida había sido feliz hasta que un día todo cambió.

El se levantó temprano con el trinar de los pájaros, con el sonido del silencio de la almohada y el olor a paz de su habitación. Aquella mañana realizó su rutina diaria de casa como si esta hubiera sido programada desde el momento de su concepción, es decir 27 años atrás, rutina que consistía desde realizar el aseo personal pasando por la limpieza casi obsesiva de su cuarto y terminando con un desayuno en la mesa junto a su padre.

A pesar que al salir de casa, rumbo a su trabajo, el día amaneció muy frío y los autos hacían más ruido de lo acostumbrado con sus claxons, eso pasó a segundo plano al tomar un taxi. El se encontraba realmente feliz y ansioso por ir a su trabajo, que a pesar de no ser el mejor trabajo del mundo le daba una gran satisfacción. Y esta satisfacción tenía nombre de mujer.

Aída era la asistente administrativa, su madre era la dueña de la empresa y su hermana (tía de Aida) era la administradora del negocio. La tía de Aída era una mujer con una mirada muy fuerte, capaz de hacer bajar la cabeza a cualquier hombre. Aída le puso el apelativo de Medusa (ser mitológico griego), debido a que era capaz de petrificar a cualquier hombre con una sola mirada.

Cuando el llego al trabajo, empezó su rutina en el trabajo, es decir, empezó saludando muy amablemente a la Sra. Elena ("Medusa"), la cual nunca respondía a los "Buenos Días" de parte del enamorado de su sobrina. Sí, aquel joven de 27 años estaba muy enamorado de Aída, una mujer 3 años mayor que él; esa hermosa mujer de piel trigueña, ojos achinados y cabello ensortijado era la motivación para ir al trabajo. Luego de saludar a la Sra. Elena, iba a la oficina de Aída y la saludaba con un "serio saludo" muy bien disimulado:

- Muy buenos Días Srta. Martínez

Nadie en la familia de ella o en la de él, sabían que eran enamorados. No era un pecado aquella relación, pero a petición de Aída, se acordó no revelar dicha relación a ningún miembro de las familias de él o ella.

A pesar que todo era un paraíso entre ellos dos, Aída tenía temor que su tía se enterara de este secreto. En una oportunidad Aída le dijo a él: "Si mi tía se enterara de lo nuestro, a mí me enterraría viva y a tí te castraría y luego te crucificaría".

Cuando ella dijo eso, el pensó que era una exageración de parte de ella, pero a pesar de lo que pensaba, accedió a mantener el secreto y prometió no revelarlo.

Las relaciones laborales entre jefa y empleado en aquella empresa eran pésimas, debido a que La Sra. Elena era una mujer explotadora, de muy mal carácter a quien no le importaba mirarte por encima del hombro y decir insultos hasta tirar tu autoestima por el suelo. Muchos empleados de la empresa, despedidos arbitrariamente por la Sra. Elena, habían salido de la oficina de la jefa, con los ojos llorosos, y al decir empleados me estoy refiriendo a señores y señoras de mas de 50 años.

Aquel joven, en apariencia tranquilo, siempre supo evadir los insultos y la mejor manera de evadirlos durante 3 meses de trabajo, fue diciéndole algo que aunque parezca extraño la tranquilizaba inmediatamente , ese algo era una frase muy sencilla y común pero que tenía una fuerza mas grande que la mirada de "Medusa", esa frase era : Dios La Bendiga, Señora!.

Cuando terminó aquel día de trabajo, él empezaba su rutina nocturna, la cual consistía en salir a las 7pm del trabajo, esperar frente al edificio, donde queda la empresa, esperaba que la jefa se subiera a un taxi, media hora después, para luego esperar a que Aída saliera quince minutos mas tarde, pero para él no había mucha importancia en esperar 15 minutos o más a que ella saliera, debido a que el sabía que ella saldría tarde o temprano de aquel edificio. Aída al salir del edificio salió con una sonrisa de oreja a oreja al ver que aquel joven estaba esperándola frente a la puerta de aquel lúgubre edificio, el cual pasaba de ser un sombrío edificio a ser un luminoso edificio, cuando ella atravesaba el umbral de la puerta de salida.

Eran las 8y30pm y el teléfono celular de ella sonó (mensaje de texto) ella al ver el mensaje que aparecía en el celular comenzó a temblar, el intentó tranquilizarla pero ella se puso mas nerviosa aún, luego de 5 largos minutos de angustia y preguntas de parte de el acerca de lo que ocurría, ella le reveló el mensaje, el cual decía: "¿Que haces con ese infeliz?, ven a la casa de inmediato". El mensaje fue enviado por su madre, la Sra. Karla, quien no era muy diferente de su hermana (Elena), no te petrificaba con su mirada pero si te despedazaba anímicamente con su manera de hablar, tan ofensiva.

Aída se subió inmediatamente al primer taxi que encontró, sin despedirse de su acompañante, quien para ese momento ya tenía la mente atrapada por un mal presentimiento acerca del destino de Aída. Dos horas después del incidente ella llamó al celular de el y le dijo, con voz entrecortada -! Mi tía me va matar, amor! - luego colgó el teléfono.

Aquel joven al escuchar esa frase, se asustó mucho y decidió llamar a un Tío a quien le dijo la extraña escena que había sucedido aquella noche. Le dijo que estaba saliendo con Aída y esto de la llamada lo tenía muy preocupado. Las palabras del Tío no fueron muy alentadoras, porque solo le repetía a cada instante: no te preocupes, mañana las aguas se tranquilizarán y cosas similares.

Él a pesar que había aceptado no revelar el secreto a nadie, rompió su promesa al llamar a su tío, así que a partir de ese momento dejó a lado la cobardía y fue directo a la casa de Aída, ese día se convirtió en una contradicción porque en la mañana, para el todo era felicidad pero en la noche inclusive el sonido de los claxons de los autos resultaba muy molesto a pesar que había poco tráfico a esa hora de la noche.

Luego de realizar ese estresante y casi eterno recorrido vehicular desde su domicilio hasta la casa de Aída, se acerco a la puerta de la casa y toco el timbre con desesperación, las luces de toda la casa estaban apagadas, por un momento pensó que no había luz en toda la zona donde vivía ella, pero las casas cercanas si contaban con iluminación así que descarto inmediatamente que la energía eléctrica se había ido y luego tocó el timbre con mas desesperación aún.
Aída no contestaba a las insistentes llamadas que el realizaba al celular a pesar que desde el lugar donde se encontraba el, se escuchaba el timbre del teléfono celular que provenía del interior de la casa, el reconocía que el tono que sonaba era del teléfono, que irónicamente tenía la tonada del Himno de La Alegría (música de de Beethoven), digo irónicamente porque aquella noche estaba muy lejos de ser alegre.

Luego de varios minutos de esperar que alguien saliera de la casa, el se alejó de la casa mas preocupado aún y su mente no dejaba de atormentarlo, debido a que el pensaba que algo malo podría haberle pasado. La voz de ella retumbaba en su cabeza, esa voz que repetía "Mi tía me va matar", luego al llegar a su casa, sonó su celular y el número que aparecía en pantalla era de ella, así que sin titubear contestó y dijo : ¿Aída donde estas? - solo se escucho un susurro casi imperceptible al oído que decía: ! Ya estoy en paz! Luego se cortó la llamada.

Aquella noche, trató de dormir pero no pudo, era la primera vez en su vida que el insomnio se apoderaba de él. Este insomnio era solo la punta del iceberg de lo que mas adelante en su vida sería un enorme bloque de hielo, que algunos expertos en el tema le llaman trastorno bipolar. La mañana siguiente recibió una llamada de su tío quien le dijo que prendiera el televisor y pusiera el canal estatal de noticias, y apenas escucho la noticia y al ver la foto se echó al suelo a llorar, el titular del noticiero decía fríamente: "Hija de exitoso empresario se suicida" y aparecía en la pantalla una foto de la bella Aída.

Durante semanas el recibió tratamiento psicológico para soportar la pérdida irreparable del gran amor de su vida, pero todo fue en vano. Ricardo era el nombre de aquel joven quien a los 27 años perdió a una de las personas que mas amaba en su vida. La rutina diaria se volvió sombría desde aquel momento.

Ricardo comenzó a sufrir de parálisis del sueño e insomnio entre otros males, le recetaron fármacos para poder controlar su insomnio pero la cura fue peor que la enfermedad, porque se volvió fármaco dependiente.

Han pasado 3 años desde aquel extraño incidente y desde entonces solo he visto a Ricardo un par de veces. En una de las conversaciones que tuve con él, me dijo cosas que rozaban con la locura, entre ellas me dijo:"Amigo mío, Aída esta viva, Medusa la ha enterrado en su jardín pero yo se que esta viva”.

La "verdad" según los medios de comunicación es que: Aída tomo el arma de su padre y se disparo en la sien pero se desconocen las causas del suicidio. Y según información que obtuve del tío de Ricardo, quien para mí sorpresa era amigo de la mamá de Aída (lo cual no supe hasta después de un mes del suicidio) es que la madre, la Sra. Karla, y su hermana (Medusa) insultaban constantemente a la pobre chica, pero el porque ocurría esto es un tema que podría ser tema de una novela policial, la cual alguien podría dedicarse a escribir.

Ricardo "murió" (murió psicológicamente) joven, la percepción de la realidad se volvió una ilusión para el, intento suicidarse en varias oportunidades, uno de esos intentos y el último que recuerdo fue luego de una pelea con su padre pero milagrosamente salvo de morir luego de intentar ahorcarse en el baño de su casa con su propia correa.

Ricardo ahora ha descuidado su aseo personal, se ha vuelto agresivo, no tiene intenciones de rehacer su vida, repite hasta el cansancio el nombre de Aída (y sigue creyendo que esta viva), ya no tiene ese rostro de felicidad, ahora solo tiene una mirada esquiva, triste y a veces molesta. Solo espero que algún día resucite y salga de ese infierno en el cual se ha convertido su propia mente autodestructiva.
Yo sé que esto que escribo tal vez nunca lo leas pero a pesar de todo aún tengo esperanzas que vas a renacer, algún día.

Hace unos días atrás leí en internet una frase que decía así: "El sabio es sabio porque ama. El loco es loco porque piensa que puede entender el amor."

Creo que esta última frase resume parcialmente el momento por el que pasa mi amigo Ricardo.

¡Saludos amigo mío!

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